sábado, 15 de octubre de 2016

La huella cultural de los negros esclavos en España es indeleble

La huella cultural de los negros esclavos en España es indeleble

Sevilla 1 OCT 2016 - 23:24 CEST

Negros bailando en Sevilla en un fragmento del cuadro 'Carro 
del aire', pintado por Diego Martínez hacia 1748. PACO PUENTES
Rostros negros con una letra 
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 herrada en una mejilla y la figura de 
un clavo en la otra, la marca indeleble en jeroglífico de esclavos. 
Subidos en los escalones de la catedral de Sevilla eran vendidos 
a gritos al mejor postor para realizar las labores más duras impuestas 
por la nobleza, los mercaderes y el clero, que compraba a las 
mujeres como concubinas. España fue un centro esclavista desde 
el siglo XIV hasta principios del XIX. Africanos del oeste y del interior 
eran trasladados por miles en barcos que zarpaban desde el golfo 
de Guinea hasta Cádiz y Sevilla, dos ciudades en las que los negros 
llegaron a alcanzar en algunas épocas el 10% de la población, si 
es que la esclavitud podía incluirse en ese concepto.

Fotograma del documental 'Gurumbé' con la imagen de la bailaora Yinka Graves.
Fotograma del documental 'Gurumbé' con la imagen de la bailaora 
Yinka Graves.

El documental titulado Gurumbé, canciones de tu memoria negra, 
dirigido por Miguel Ángel Rosales, rescata ahora toda aquella 
historia y la influencia que los africanos ejercieron en la cultura 
de esta parte andaluza. "La forma de llamar a la tierra pisando el 
suelo del flamenco viene de África. Pero no solo eso, también 
las maneras de hacer las fiestas, los ritmos, los gestos", apunta 
Rosales. Toda la herencia cultural de aquellos esclavos se recoge 
en esta película, que se estrenará en España en la Seminci de 
Valladolid en tres semanas. Aparecen en el filme imágenes de 
senegaleses descalzos danzando sobre la arena Atlántica, 
chocando las manos contra las piernas, cogiéndose de las faldas 
al ritmo de la piel del tambor en escenas que se asemejan 
indubitablemente a las de una señora bailando en un tablao de 
Jerez o al enérgico zapateado flamenco de la bailaora Yinka 
Graves.

Consecuencias del presente
“Fueron parte de la cultura porque los forzamos a estar aquí. 
Hubo esclavitud, colonización y ahora emigración. Hay que romper 
esa barrera de separación entre África y el sur de Europa que se 
ha creado sin entender que tenemos valores e historia compartida”, 
reflexiona Miguel Rosales, director del documentalGurumbé, 
canciones de tu memoria negra, con la intención de que el público 
sienta en el presente, en el ámbito político y cultural, las herencias 
y consecuencias de la esclavitud negra en España.

La película, de Intermedia Producciones y filmada en España, 
Portugal, México y Senegal, ya ha sido seleccionada para el Festival 
Film África de Londres, la Mostra Internacional de Cinema de São 
Paulo, el Festival de Cine Kunta-Kinte en Medellín y la Barcelona 
Planet Film Festival, entre otros.

No hay gran huella en los libros de texto españoles sobre la 
presencia negra en España y Portugal en estos siglos, cuando 
la península abasteció de esclavos al resto de Europa y 
posteriormente se enriqueció con su mercadeo en los países 
de Latinoamérica. "Esto es parte de la historia silenciada. No 
el resultado de una casualidad sino de un ocultamiento intencionado 
por el estigma que supone ser el centro esclavista más 
importante del mundo", considera Isidoro Moreno,  catedrático 
de Antropología Social de la Universidad de Sevilla.

Es una historia callada, que oculta las vidas cotidianas de hombres 
y mujeres anónimos que encontraron fundamentalmente en la 
música, los cantes y los bailes la mejor forma de resistir a la 
opresión de sus amos, el consuelo a la soledad, y que dejaron la 
impronta de sus ritmos en las bulerías, las alegrías o los tanguillos 
del flamenco. "No somos el resultado de las tres culturas. Somos 
cinco culturas junto a la gitana y la negroafricana y es importante 
recuperar esa memoria histórica", apunta Moreno, que cuenta 
que a Sevilla se le denominó el tablero de ajedrez por aquella 

'Tres niños' (1670), de Bartolomé Murillo.
'Tres niños' (1670), de Bartolomé Murillo.
Pero sus ritmos fueron más lejos. “La manera de hacer los 
contratiempos y las síncopas vino con ellos. Tuvieron una 
influencia importantísima en el barroco europeo, y fue una 
de las grandes revoluciones de la historia de la música”, 
declara en el documental Fahmi Alqhai, reconocido 
violagambista 
y director del Festival de Música Antigua de Sevilla. Luego, 
cuando Cristóbal Colón abrió las rutas con América, esos 
esclavos pasaron los ritmos de África a Andalucía y de allí a 
Latinoamérica, una región clave para el enriquecimiento de los 
españoles mediante la esclavitud, que generó fondos blanqueados 
con inversión en la industria textil o la construcción del ensanche 
urbano de Barcelona y el madrileño barrio de Salamanca, 
según aparece en el documental. “María Cristina de Borbón, 
con su marido, creó una sociedad instrumental en París para 
dedicarse a la trata", asegura en la película José Antonio Piqueras, 
catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Jaume I.

El extramuro de Sevilla fue una zona fulgurante de encuentros 
de negros liberados o rechazados por edad o enfermedad al 
tener prohibida la estancia nocturna dentro de la ciudad. Fue ahí, 
donde un obispo, de forma excepcional, levantó a finales del 
siglo XIV un asilo para atenderlos. Surgió entonces una 
perseguida hermandad de negros que aún se mantiene en 
Sevilla, llamada ahora Los Negritos. “Es la hermandad de la 
Semana Santa más antigua de las que existen en la actualidad”, 
asegura Moreno, que ilustra también los fuertes vínculos de la 
entidad con Latinoamérica y cómo, por ejemplo, familiares de 
Antonio Machín han sido miembros de esta histórica hermandad, 
que tiene frente a su capilla una estatua del cantante.

Retrato de Juan de Pareja realizado por Velázquez en 1650.
Retrato de Juan de Pareja realizado por Velázquez en 1650.
Pero no solo en la música dejaron huella cultural. Los esclavos 
trabajaban en minas, en el campo, y muchos de ellos en la 
ciudad, en talleres de pintores donde aprendían de pigmentos 
y disolventes con sus dueños. El afroandaluz Juan de Pareja
esclavo de Velázquez y protagonista de uno de sus cuadros, 
llegó a ser un reconocido artista tras ser liberado por el pintor 
sevillano. “También tuvo esclavos Murillo, y muchos de ellos 
trabajaron en la iconografía barroca de la ciudad”, añade 
Rosales, que indica que esta población aparece muy poco 
representada visualmente “por la irrelevancia tan grande en 
la sociedad”. No obstante, quedan algunas obras como La 
cena de Emaús (La mulata), de Velázquez; Tres niños, de 
Murillo; o unos negros bailando ataviados con mantoncillos, 
flores en la cabeza y castañuelas en el cuadro Carro del aire
de Domingo Martínez (Sevilla 1688-1749), que testimonian 
ese pasado.

En literatura, además de hacerse presentes los personajes 
de negros en las comedias del siglo de oro, el protagonista 
fue un esclavo liberado conocido como Juan Latino que llegó 
Se casó con con una mujer blanca, según las investigaciones 
de la profesora de esta Universidad, Aurelia Martín, que 
lleva 20 años estudiando la esclavitud. "Fue el primer 
afroeuropeo que escribió en latín clásico", asegura Martín. 

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