11/04/2014 05:48:45 p.m.
Crónicas Coloniales
La historia comenzó después de julio
Los
primeros ojos europeos que vieron a Puerto Cabello, llegaron
navegando… Era un tiempo de mareantes, que dividió en dos la historia
americana: antes y después de Colón. Tiempo de buques y tripulantes que
perdieron sus nombres hasta morir de olvido… Tomemos como ejemplo una
nave afortunada, la carabela “Santa Catalina”, que por ser la primera
que echó sus anclas en la bahía porteña, iniciaría la historia en el año
de mil cuatrocientos noventa y nueve.
La navegación a vela
obligó a observar los vientos, al mejor estudio de mareas y corrientes
marinas, a la elaboración sistemática de mapas y cartas de navegar,
donde aparecen en aumento longitudes y latitudes. Mediante cálculos
trigonométricos, se lograban corregir desviaciones en las rutas; y la
utilización de instrumentos astronómicos, permitió descubrir los
secretos del sol y otras estrellas. Pero sobre todo la brújula, esa caja
de maravillas con mágica aguja, permitió adentrarse en los mares por
rumbos desconocidos.
Los tres primeros navegantes que en el año
1499, a bordo de la carabela “Santa Catalina”, avistaron lo que algún
tiempo después se llamaría Puerto de Cabello, eran nautas instruidos en
el manejo de mapas: dos de ellos -–Juan de la Cosa y Américo
Vespucio---pasarán a la historia cual afamados cartógrafos y
cosmógrafos, y el primero de los nombrados elaborará, un año después de
ese su viaje, un mapa de las costas recién descubiertas, inicial carta
geográfica del nuevo continente, donde se señala por vez primera el
nombre “ Venezuela”.
Ocho años después del Primer Viaje
colombino, aún se navegaba rumbo a la India, y apenas se comenzaba a
dudar de que pudieran ser otros los territorios descubiertos. Para los
europeos que avistaron el puerto que hoy habitamos, era este un
territorio de Asia, habitado por “indios”, y conformábamos una parte del
Oriente hacia el cual ya habían navegado anteriormente tres
expediciones de audaces marinos.
La utilización de las cartas de
navegación se remonta a la civilización grecolatina. En el Siglo III
a.C., matemáticos y astrónomos las confeccionaban. Temóstenes, en el
citado siglo, utilizo las referencias de latitud y longitud en la
indicación de las posiciones geográficas. Dos siglos después se
confeccionó por parte de Marino de Tiro, la primera carta de marear.
Los tres primeros nautas que soltaron el ancla de la carabela “Santa
Catalina” sobre el fondo de la bahía porteña, eran personajes de alta
cultura… No fuimos “descubiertos” por hombres del común, ni por
presidiarios embarcados para redimir la pena de un delito, ni por
navegantes desconocidos. Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Américo
Vespucio, serán productos de un tiempo inmerso en la redención
intelectual del Renacimiento, formados en los libros, ávidos de saber
(Vespucio, además de cosmógrafo y gran navegante, fue humanista
integral).
Los tres nautas, de entre los diez más famosos de la
época, que fueron los primeros europeos en anclar su nave en la bahía
porteñas… habían zarpado a bordo de la carabela “Santa Catalina” del
puerto mediterráneo de Santa María el 18 de Mayo de 1499, y siguiendo la
misma ruta de Cristóbal Colón en su Tercer Viaje, recalaron unas
doscientas leguas más al Sur, cercana a la línea ecuatorial. Comenzaron
el día trece de Junio del señalado año a recorrer la costa desde el río
Esequibo (que llamaron Dulce), repasando lo que ya había navegado el
Almirante descubridor desde el 1° de Agosto de 1498. Trinidad,
desembocadura del Orinoco, Boca de Serpientes, golfo de Paria, y por
Boca de Dragos la costa de Araya. Pero por que a eso iban y tenían
atrapado al tiempo para eso, exploraron por primera vez la isla de
Margarita, que recorrieron a pie para constatar un verde costanero de
compacta epidermis, formado por cujíes, uveros, robles prietos y
manglares intensos. Lo demás sería arena, y morros cual taciturnos
centinelas de piedra…
La navegación costanera la inicia la
“Santa Catalina” desde la Guayana que nos arrebataron los ingleses.
Suponiendo el tiempo de Junio para recorrer la isla margariteña y
negociar perlas en la región oriental, el mes siguiente permitiría la
exploración de la costa central venezolana, donde en un lugar aún no
precisado, tuvieron un encuentro con indios caribes, lo que obligó a
detener el viaje durante veinte días, mientras sanaban heridos. Si el
descubrimiento de Curazao se efectuó, según los entendidos, en los
primeros días de Agosto, la visión de Puerto Cabello la tuvieron los
mareantes en la última semana del mes de Julio del año mil cuatrocientos
noventa y nueve.