Crónicas Coloniales
La historia comenzó después de julio
Los
primeros ojos europeos que vieron a Puerto Cabello, llegaron
navegando… Era un tiempo de mareantes, que dividió en dos la historia
americana: antes y después de Colón. Tiempo de buques y tripulantes que
perdieron sus nombres hasta morir de olvido… Tomemos como ejemplo una
nave afortunada, la carabela “Santa Catalina”, que por ser la primera
que echó sus anclas en la bahía porteña, iniciaría la historia en el año
de mil cuatrocientos noventa y nueve.
La navegación a vela obligó a observar los vientos, al mejor estudio de mareas y corrientes marinas, a la elaboración sistemática de mapas y cartas de navegar, donde aparecen en aumento longitudes y latitudes. Mediante cálculos trigonométricos, se lograban corregir desviaciones en las rutas; y la utilización de instrumentos astronómicos, permitió descubrir los secretos del sol y otras estrellas. Pero sobre todo la brújula, esa caja de maravillas con mágica aguja, permitió adentrarse en los mares por rumbos desconocidos.
Los tres primeros navegantes que en el año 1499, a bordo de la carabela “Santa Catalina”, avistaron lo que algún tiempo después se llamaría Puerto de Cabello, eran nautas instruidos en el manejo de mapas: dos de ellos -–Juan de la Cosa y Américo Vespucio---pasarán a la historia cual afamados cartógrafos y cosmógrafos, y el primero de los nombrados elaborará, un año después de ese su viaje, un mapa de las costas recién descubiertas, inicial carta geográfica del nuevo continente, donde se señala por vez primera el nombre “ Venezuela”.
Ocho años después del Primer Viaje colombino, aún se navegaba rumbo a la India, y apenas se comenzaba a dudar de que pudieran ser otros los territorios descubiertos. Para los europeos que avistaron el puerto que hoy habitamos, era este un territorio de Asia, habitado por “indios”, y conformábamos una parte del Oriente hacia el cual ya habían navegado anteriormente tres expediciones de audaces marinos.
La utilización de las cartas de navegación se remonta a la civilización grecolatina. En el Siglo III a.C., matemáticos y astrónomos las confeccionaban. Temóstenes, en el citado siglo, utilizo las referencias de latitud y longitud en la indicación de las posiciones geográficas. Dos siglos después se confeccionó por parte de Marino de Tiro, la primera carta de marear.
Los tres primeros nautas que soltaron el ancla de la carabela “Santa Catalina” sobre el fondo de la bahía porteña, eran personajes de alta cultura… No fuimos “descubiertos” por hombres del común, ni por presidiarios embarcados para redimir la pena de un delito, ni por navegantes desconocidos. Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Américo Vespucio, serán productos de un tiempo inmerso en la redención intelectual del Renacimiento, formados en los libros, ávidos de saber (Vespucio, además de cosmógrafo y gran navegante, fue humanista integral).
Los tres nautas, de entre los diez más famosos de la época, que fueron los primeros europeos en anclar su nave en la bahía porteñas… habían zarpado a bordo de la carabela “Santa Catalina” del puerto mediterráneo de Santa María el 18 de Mayo de 1499, y siguiendo la misma ruta de Cristóbal Colón en su Tercer Viaje, recalaron unas doscientas leguas más al Sur, cercana a la línea ecuatorial. Comenzaron el día trece de Junio del señalado año a recorrer la costa desde el río Esequibo (que llamaron Dulce), repasando lo que ya había navegado el Almirante descubridor desde el 1° de Agosto de 1498. Trinidad, desembocadura del Orinoco, Boca de Serpientes, golfo de Paria, y por Boca de Dragos la costa de Araya. Pero por que a eso iban y tenían atrapado al tiempo para eso, exploraron por primera vez la isla de Margarita, que recorrieron a pie para constatar un verde costanero de compacta epidermis, formado por cujíes, uveros, robles prietos y manglares intensos. Lo demás sería arena, y morros cual taciturnos centinelas de piedra…
La navegación costanera la inicia la “Santa Catalina” desde la Guayana que nos arrebataron los ingleses. Suponiendo el tiempo de Junio para recorrer la isla margariteña y negociar perlas en la región oriental, el mes siguiente permitiría la exploración de la costa central venezolana, donde en un lugar aún no precisado, tuvieron un encuentro con indios caribes, lo que obligó a detener el viaje durante veinte días, mientras sanaban heridos. Si el descubrimiento de Curazao se efectuó, según los entendidos, en los primeros días de Agosto, la visión de Puerto Cabello la tuvieron los mareantes en la última semana del mes de Julio del año mil cuatrocientos noventa y nueve.
La navegación a vela obligó a observar los vientos, al mejor estudio de mareas y corrientes marinas, a la elaboración sistemática de mapas y cartas de navegar, donde aparecen en aumento longitudes y latitudes. Mediante cálculos trigonométricos, se lograban corregir desviaciones en las rutas; y la utilización de instrumentos astronómicos, permitió descubrir los secretos del sol y otras estrellas. Pero sobre todo la brújula, esa caja de maravillas con mágica aguja, permitió adentrarse en los mares por rumbos desconocidos.
Los tres primeros navegantes que en el año 1499, a bordo de la carabela “Santa Catalina”, avistaron lo que algún tiempo después se llamaría Puerto de Cabello, eran nautas instruidos en el manejo de mapas: dos de ellos -–Juan de la Cosa y Américo Vespucio---pasarán a la historia cual afamados cartógrafos y cosmógrafos, y el primero de los nombrados elaborará, un año después de ese su viaje, un mapa de las costas recién descubiertas, inicial carta geográfica del nuevo continente, donde se señala por vez primera el nombre “ Venezuela”.
Ocho años después del Primer Viaje colombino, aún se navegaba rumbo a la India, y apenas se comenzaba a dudar de que pudieran ser otros los territorios descubiertos. Para los europeos que avistaron el puerto que hoy habitamos, era este un territorio de Asia, habitado por “indios”, y conformábamos una parte del Oriente hacia el cual ya habían navegado anteriormente tres expediciones de audaces marinos.
La utilización de las cartas de navegación se remonta a la civilización grecolatina. En el Siglo III a.C., matemáticos y astrónomos las confeccionaban. Temóstenes, en el citado siglo, utilizo las referencias de latitud y longitud en la indicación de las posiciones geográficas. Dos siglos después se confeccionó por parte de Marino de Tiro, la primera carta de marear.
Los tres primeros nautas que soltaron el ancla de la carabela “Santa Catalina” sobre el fondo de la bahía porteña, eran personajes de alta cultura… No fuimos “descubiertos” por hombres del común, ni por presidiarios embarcados para redimir la pena de un delito, ni por navegantes desconocidos. Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Américo Vespucio, serán productos de un tiempo inmerso en la redención intelectual del Renacimiento, formados en los libros, ávidos de saber (Vespucio, además de cosmógrafo y gran navegante, fue humanista integral).
Los tres nautas, de entre los diez más famosos de la época, que fueron los primeros europeos en anclar su nave en la bahía porteñas… habían zarpado a bordo de la carabela “Santa Catalina” del puerto mediterráneo de Santa María el 18 de Mayo de 1499, y siguiendo la misma ruta de Cristóbal Colón en su Tercer Viaje, recalaron unas doscientas leguas más al Sur, cercana a la línea ecuatorial. Comenzaron el día trece de Junio del señalado año a recorrer la costa desde el río Esequibo (que llamaron Dulce), repasando lo que ya había navegado el Almirante descubridor desde el 1° de Agosto de 1498. Trinidad, desembocadura del Orinoco, Boca de Serpientes, golfo de Paria, y por Boca de Dragos la costa de Araya. Pero por que a eso iban y tenían atrapado al tiempo para eso, exploraron por primera vez la isla de Margarita, que recorrieron a pie para constatar un verde costanero de compacta epidermis, formado por cujíes, uveros, robles prietos y manglares intensos. Lo demás sería arena, y morros cual taciturnos centinelas de piedra…
La navegación costanera la inicia la “Santa Catalina” desde la Guayana que nos arrebataron los ingleses. Suponiendo el tiempo de Junio para recorrer la isla margariteña y negociar perlas en la región oriental, el mes siguiente permitiría la exploración de la costa central venezolana, donde en un lugar aún no precisado, tuvieron un encuentro con indios caribes, lo que obligó a detener el viaje durante veinte días, mientras sanaban heridos. Si el descubrimiento de Curazao se efectuó, según los entendidos, en los primeros días de Agosto, la visión de Puerto Cabello la tuvieron los mareantes en la última semana del mes de Julio del año mil cuatrocientos noventa y nueve.
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