Los fósiles, testigos de otras épocas
Qué es un fósil
Se denomina fósil a cualquier resto de ser vivo que habitó en el pasado, o cualquier evidencia de su actividad, que ha llegado hasta nosotros gracias al proceso de mineralización o conservación en las rocas. Hay fósiles diversos. Pero lo que tienen en común es que son muy escasos. Por ello, se consideran un patrimonio natural de la mayor importancia, y que hay que proteger.
La fosilización
Que los restos de un animal o planta del pasado lleguen hasta la actualidad, conservados en piedra, es un fenómeno que requiere tiempo y reposo. Comienza con el depósito del cadáver de un animal o de los restos de una planta en una zona donde se produce sedimentación. Los restos han de ser cubiertos de forma rápida por los sedimentos, para que así queden fuera del alcance de otros seres vivos que podrían dispersarlos o dañarlos. Al cabo de un tiempo, una vez que los restos se han cubierto completamente, se comienza a producir la litificación del sedimento. Los restos se mineralizan. Se conservan así los huesos, las partes duras y, en muchos casos el molde de las partes blandas del cuerpo.
La formación de un fósil es un proceso complejo, en el que se dan muchas casualidades. Es casual, por ejemplo, que un animal muera cerca de algún lugar donde sus restos puedan sedimentar. También es casual que su cadáver no se convierta en alimento de otros animales carroñeros, que podrían destruir y dispersar los restos. Es otra casualidad que los sedimentos cubran rápidamente el cuerpo. Es casual que se produzca la litificación de los restos, que no se destruya por procesos ligados a la dinámica del planeta, que se conserven en las rocas durante millones de años…y, por último, a veces su descubrimiento es casual.
Tipos de fósiles
Es sorprendente la diversidad de fósiles que existen. Pueden fosilizar no sólo las partes más duras de los animales y plantas, sino también partes mucho más blandas de su cuerpo, e incluso restos de su actividad. Las partes duras, como los esqueletos externos, o internos, la dentadura, los caparazones, etc, son los fósiles más comunes. Ejemplos son las conchas de moluscos o los huesos de algunos vertebrados.
Los moldes corporales son otro tipo de fósiles muy frecuente. Se trata de huellas del cuerpo de un ser que se han conservado mineralizadas. Pueden ser moldes internos, como por ejemplo, el que queda cuando se petrifica el barro que penetra en la concha vacía de un molusco o moldes externos.
Las huellas de actividad son un conjunto muy variado de fósiles, que muestran evidencias de la actividad biológica. Ejemplos son los fósiles de excrementos (coprolitos) de dinosaurios, las pistas de reptación de invertebrados, las huellas de las pisadas de dinosaurios y aves, etc. Se trata de fósiles bastante menos comunes, pero que proporcionan mucha información sobre la vida de los seres del pasado.
Próxima entrega: Cómo se buscan, obtienen y conservan los fósiles
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