domingo, 1 de diciembre de 2013

Joya publicada en 1958: hablo de las Obras completas de Lisandro Alvarado, emprendida entonces por una comisión presidida por Mario Briceño Iragorry. Lisandro Alvarado murió en 1929. El prólogo que dejó es un documento excepcional: habla de las elecciones que el intelectual tomó ante la compleja grandiosidad del poema

Lisandro Alvarado, traductor de Lucrecio

Lisandro Alvarado, traductor de Lucrecio
Lisandro Alvarado, traductor de Lucrecio
Alvarado murió en 1929. El prólogo que dejó es un documento excepcional: habla de las elecciones que el intelectual tomó ante la compleja grandiosidad del poema

Joya publicada en 1958: hablo de las Obras completas de Lisandro Alvarado, emprendida entonces por una comisión presidida por Mario Briceño Iragorry. El tomo VI está dedicado, en edición bilingüe, 
Libro Uno de De rerum natura, de la edición de 1675 de Tanaquil Faber.
a la traducción de Dererum natura, el extenso, conmovedor y singularísimo poema que Tito Lucrecio Caro escribió en latín alrededor del año 50 a.C. Presentado aquí como La naturaleza de las cosas (Agustín García Calvo, en su traducción rimada lo llamó De la realidad; Eduard Valentí Fiol, en su versión en prosa, lo tituló De la naturaleza; por su parte, Francisco Socas lo tituló La naturaleza), en esta edición corresponde a Oscar Zambrano Urdaneta la recapitulación de la odisea literaria de Alvarado, y a Juan David García Bacca el estudio que precede a la traducción.
Le obsesionaban las lenguas clásicas, las modernas y las indígenas. Sus tratos incluían el inglés, el francés, el italiano y el alemán. Hablaba árabe. Hizo estudios de griego, hebreo y provenzal. Estudió cuantas lenguas indígenas tuvo a su alcance. Y, en lo que interesa a este comentario, por la exigencia que se impuso a sí mismo de traducir a Lucrecio, cabe afirmar que una parte sustancial de su vida la consagró (consagrar: no hay otro verbo más adecuado para describir esta devoción por Lucrecio), a volcar a nuestra lengua los casi ocho mil hexámetros en latín que lo componen. Hay testimonios de que antes de sus veinte años Alvarado ya leía a Tácito en latín y escribía cartas en ese idioma.La correspondencia entre ambos revela que el poema de Lucrecio era una pasión que Alvarado compartía con José Gil Fortoul, y que habría sido este quien le persuadió de traducirlo. En algún momento de 1890 Alvarado dio inicio a la enorme tarea. Que aquello era un bien de la existencia y no un modo de ganarse la vida, lo pone de bulto el que Alvarado vivió siempre al límite de la pobreza. La activa solidaridad de Gil Fortoul se puso en movimiento a partir de 1892: buscaba un editor para De la naturaleza de las cosas. Pero no encontró a ninguno dispuesto. ¿Y cuál fue la reacción de Alvarado? Revisar una y otra vez la traducción a lo largo de los años. Analizar de modo implacable su propio trabajo. Hundir sus pensamientos en el latín y el español, hasta que casi 28 años después de haber traducido las primeras palabras, cerró la versión que fi nalmente sería publicada en 1958, que incluía un prólogo suyo (una versión previa había sido publicada en Barquisimeto, en 1950).

Lisandro Alvarado murió en 1929. El prólogo que dejó es un documento excepcional: habla de las elecciones que el intelectual tomó ante la compleja grandiosidad del poema. Por qué lo vertió en prosa y no en verso. Por qué hizo uso de ciertos arcaísmos que alguna vez había leído en autores como Cervantes y Gonzalo de Berceo, para así crear una atmósfera que recordara el modo en que el romano había usado arcaísmos del latín. Y por qué no cejó, palabra a palabra, línea a línea, en la disciplina de mantener la mayor fi delidad posible al original, a pesar de los enormes riesgos que ello podía representar no sólo para la poesía (la poética) de Lucrecio, sino también para su propio e irremediable amor por esa maravilla de la sensibilidad humana que es De la naturaleza de las cosas. 
Tito Lucrecio Caro (99 a. C. - 55 a. C.), poeta y filósofo romano
Es autor de un largo poema didáctico, De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), en algo más de 7.400 hexámetros distribuidos en seis libros, acaso la mayor obra de la poesía de Roma. En este poema se divulgan la filosofía y la física atomistas que había tomado Epicuro de Demócrito. El único texto que poseemos del poema se ha transmitido gracias a Cicerón, quien preparó su edición a la muerte del poeta, y al humanista Poggio Bracciolini, que lo copió en 1418 del único códice conservado. En deliberado contraste, se inicia con un himno a la diosa Venus generatriz y termina con una descripción de la peste de Atenas.
Son pocos y dudosos los datos biográficos que se conservan de Lucrecio y fundamentalmente recogidos por San Jerónimo. Según ellos, enloqueció al beber un filtro de amor y se suicidó; pero esta información tiene todo el aspecto de haber sido compuesta ad hocpara explicar la sombría visión que ofrece del amor en su célebre poema. La tradición ha defendido que padecía algún tipo de enfermedad mental, que podría ser o no de origen físico (como la epilepsia), tratando de desprestigiar así una visión de las cosas tan alejada del dogma de fe.
Su tercer nombre, Caro, era propio de las clases bajas, pero Lucrecio tenía una extensa cultura, que no era fácil de adquirir si uno no pertenecía a una familia pudiente. Se ignora si era originario de la misma Roma o de alguna provincia, pero es indudable que Lucrecio vivió en Roma y resulta evidente, por la franja de fechas en que se desarrolló su vida, que debió asistir a las guerras civiles romanas, a las revueltas de Mario y Sila, a la conjuración de Catilina y a la ascensión de Julio César.
También afirma San Jerónimo que Cicerón ordenó el texto en seis libros y editó el poema. El primer libro comienza con una invocación a Venus como fuerza germinadora de la naturaleza y trata de cómo todo está compuesto de átomos y de vacío. El libro segundo trata del movimiento y agrupaciones de los átomos. El tercer libro habla sobre el alma, que es mortal. El cuarto sobre la teoría de la sensación, el quinto sobre el mundo y el sexto sobre diversos fenómenos atmosféricos y las enfermedades, terminando con un sombrío panorama sobre los estragos de la peste en Atenas, en deliberado contraste con el inicio.
Los análisis a la obra de poetas posteriores demuestran que le habían estudiado a fondo. A él alude Virgilio cuando escribe:
Felix qui potuit rerum cognoscere causas
atque metus omnes, et inexorablile fatum
subiecit pedibus, strepitumque Acherontis avari!
Geórgicas, lib. II.
Utiliza comparaciones para aliviar la árida materia abstracta de la obra, mezclando, con una imagen que más tarde tomará Horacio, lo útil con lo dulce de la misma manera que un médico mezcla dulce miel en las agrias medicinas que administra. También es citado en numerosas ocasiones por Montaigne a lo largo de sus Ensayos (1595). La obra de Lucrecio, materialista e irreligiosa, fue traducida por el afrancesado y revolucionario jacobino español José Marchena a principios del siglo XIX en endecasílabo blanco con la intención de combatir el catolicismo de sus compatriotas. También es importante, por sus méritos filológicos y por sus caudalosas notas, la versión bilingüe del humanista inglés John Mason Good, (Londres, 1805, 2 vols.) y, por fin, la edición filológicamente impecable de Carl Lachmann (Berlín, 1850).
La intención de Lucrecio, como ya señaló Virgilio, es liberar al hombre del miedo a los dioses y a la muerte, causas, según él, de lainfelicidad humana. ("Está bien ver al navegante lejano luchar contra la borrasca y naufragar, no porque nos alegremos del mal ajeno, sino porque es bueno hallarse libre de tormentos"). El texto pertenece al género del perifíseos griego, poemas o textos de filósofos presocráticos que intentaban explicar el origen del mundo. Representa el cosmos como un conjunto fortuito de átomos que se mueven en el vacío ("Ninguna cosa nace de la nada", verso 211; "De la nada, nada puede hacerse", verso 219; "Nada puede a la nada reducirse / ni alguna cosa hacerse de la nada", versos 1071 y 1072). El alma es material y no sobrevive al cuerpo. Los fenómenos tienen todos causa natural. Si existen los dioses, estos no intervienen en los asuntos de los mortales. La triste visión del amor humano que ofrece ha intrigado a los especialistas. En general, Lucrecio es considerado uno de los tres grandes poetas del ateísmo, junto a Ludwig Feuerbach y Thomas Hardy.
Apertura de De rerum natura, copia de 1483 de Girolamo di Matteo de Tauris para el papa Sixto IV.
Sobre la naturaleza de las cosas (LatínDe rerum natura) es un poema didáctico, dentro del género de los periphyseos cultivado por los filósofos atomistas griegos, escrito en elsiglo I a. C. por Tito Lucrecio Caro; dividido en seis libros, proclama la realidad del hombre en un universo sin dioses e intenta liberarlo de su temor a la muerte. Expone la física atomista de Demócrito y la filosofía moral de Epicuro. Posiblemente la mayor obra de la poesía de Roma y, sin duda, uno de los mayores esfuerzos del alma destinados a la comprensión de la realidad, del mundo y del humano.Literalmente el título se traduce del latín como Sobre la naturaleza de las cosas. Aunque a veces se llega a traducir como la Sobre la naturaleza del Universo, quizás para reflejar la escala real que se trata en el libro. La visión de Lucrecio es bastante austera, pero sin embargo incita a unos cuantos puntos importantes que permiten a los individuos a un escape periódico de sus propios deseos y pasiones para observar con compasión a la pobre humanidad en su conjunto, incluyéndose a sí mismo, pudiendo observar la ignorancia promediada, la infelicidad reinante, e incita a mejorar aunque sólo sea un poco más todo aquello que nos rodea. La responsabilidad personal consiste en hablar sobre la verdad personal que se vive. De acuerdo con Sobre la naturaleza de las cosas la proposición de verdad de Lucrecio es dirigida a una audiencia ignorante, esperando que alguien le escuche, le comprenda y de esta forma le pase la semilla de la verdad capaz de mejorar al mundo.
El poema está compuesto por los siguientes argumentos.
  • La sustancia es eterna.
    • Los átomos se mueven en el vacío.
    • El universo está compuesto de átomos y vacío, nada más. (Por esta razón, Lucrecio es visto como un atomista.)
  • El alma del hombre consiste en átomos diminutos que se disuelven como el humos cuando este muere.
    • Reclama la existencia de los dioses, pero dios no inició el universo, y concierne poco a las acciones de los hombres.
  • Existen otros mundos como el universo y son similares a este.
    • Debido a que estamos compuestos de una sopa de átomos en constante movimiento, este mundo y los otros no son eternos.
    • Los otros mundos no están controlados por dioses, al igual que este.
  • Las formas de vida en este mundo y en los otros está en constante movimiento, incrementando la potencia de unas formas y decreciendo la de otras.
    • El hombre debe pensar que desde sus más salvajes inicios ha vivido una gran mejora en habilidades y conocimientos, pero esto pasará y vendrá una decadencia.
  • Lo que llega a saber el hombre proviene sólo de los sentidos y de la razón.
    • Los sentidos tienen dependencias.
    • La razón nos deja la posibilidad de alcanzar motivos ocultos, pero ésta no está libre de fallos y de falsas inferencias. Por esta razón, las inferencias deben ser continuamente verificadas por los sentimientos.
    • (Comparado con Platón, quien creía que los sentidos podrían ser confundidos mientras que la razón no.)
  • Los sentimientos perciben las colisiones macroscópicas e interacciones de los cuerpos.
    • Pero la razón infiere los átomos y el vacío que los sentidos perciben.
  • El hombre evita el dolor y busca todo aquello que le da placer.
    • Una persona normal (media) está impelida siempre para evitar los dolores y buscar los placeres.
  • Las personas nacen con dos miedos innatos: el miedo a los dioses y el miedo a la muerte.
    • Pero los dioses no quieren hacernos daño, la muerte es fácil cuando la vida se ha ido.
    • Cuando uno se muere, los átomos del alma y los átomos del cuerpo continúan su esencia dando forma a las rocas, lagos o a las flores.

Interpretaciones

De las múltiples descripciones que se han hecho del poema, pocas son tan luminosas como la realizada por el filósofo y físico Michel Serres. En su libro El nacimiento de la física en el texto de Lucrecio, Serres sostiene que el poema de Lucrecio no es un texto de metafísica, ni de filosofía moral, sino exactamente una física. Es más, no se trata simplemente que el poema sea una física matemática y experimental como la nuestra - con modelos, experiencias y aplicaciones-, se trata de que es exactamente nuestra física, no tanto la que se inaugura con Galileo y culmina con Newton, sino más bien la que estamos comenzando a hacer hoy mismo, a partir de experiencias como las de EinsteinHeisenberg o Prigogine.

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