"PATRIA SIN RAICES NO ES PATRIA"
Jurate Rosales.
El Nuevo País 25 de junio 2012 pág 3.
IN MEMORIAM DE LA DRA.HENRIQUETA PEÑALVER GOMEZ.
Sin un pasado común, cultivado como se cuida una planta que parte de sus raíces, no puede haber sentido de patria y pareciera que los contínuos avatares políticos de las naciones latinoamericanas se deben a que todos hablan de Patria pero no la sienten, porque no cuidan las raíces y no ven esa Patria como una planta por regar, sino como una cosecha por cortar. El latinoamericano sabe que sus raíces son de muchas proveniencias, pero no parece ser capaz de atribuirles a todas igual importancia. Se disgrega buscando un ilusorio provecho futuro, que no puede sostenerse si no reposa sobre unos sólidos fundamentos pasados.
Coincide una débilmente recordada en Venezuela fecha de la Batalla de Carabobo con la conmemoración en Francia, ese mismo 24 de junio, de los 10 años de una llamada Ley llamada del INRAP, que impone a los constructores incluir en el presupuesto de la obra a la llamada "arqueología preventiva". El porcentaje es para financiar un estudio arqueológico previo a la construcción y esperar, de ser necesario que los arqueólogos terminen su trabajo. Con esa Ley en 10 años, se efectuó la revisión de 112.000 hectáreas y fueron abiertos 2.200 sitios de excavaciones arqueológicas en los lugares donde encontraron vestigios de presencia humana en tiempos algunas veces prehistóricos, muchas veces en épocas pre-romanas y otras más en fechas muy recientes. El amparo de dicha Ley le brinda al INRAP un presupuesto anual de 160 millones de euros. No importa la época que revele el estudio, porque igual interés hay por un sitio habitado en el paleolítico, o por piezas de artillería en la plaza militar de la ciudad de Nancy.
Con este cuadro comparativo volvamos ahora a la "prehistoria" de América latina y la de Venezuela en particular. Empecemos por las raíces indígenas. Hace un par de años, cuando se proyectó presentar en la Revista "Zeta" un gran reportaje sobre los petroglifos venezolanos esparcidos en diversos sitios del país, los expertos que se habían consultado pidieron: "NO LO PUBLIQUEN, POR FAVOR" (El subrayado es mío)
Consideran que mientras no se conociera su importancia y ubicaciones quedaban protegidos del saqueo.
El actual gobierno se presenta como indigenista, pero no brinda medidas reales para guardar ese legado.
El hecho de que Venezuela no haya sido lugar de las hoy famosas culturas constructoras de grandes obras de piedra, como las que dejaron aztecas, mayas o incas, no significa que en las épocas precolombinas estas tierras hayan sido deshabitadas, ni que ese legado debe ser despreciado. Es lo que había en Venezuela en tiempos pretéritos, y si los aztecas tienen importancia para los mejicanos, los timoto-cuicas y muchos otros lo tienen para los venezolanos. En Venezuela hubo importantes etnias y éstas se distinguen por una diversidad que nunca fue apreciada como lo que es: un legado múltiple.
La arqueología moderna hace tiempo que ha dejado de depender de los hallazgos de huesos, piedras o cerámica. Es hoy en día una ciencia multidisciplinaria en la que los químicos analizan los restos en el fondo de las vasijas; los botánicos identifican el polen encontrado y definen qué crecía en esas tierras, qué era cultivado. Lo más importante hoy es el ADN ¿Cuántos venezolanos llevan el ADN de, por ejemplo, los precolombinos de las tumbas de Quíbor? Viene lo más importante: ¿a quién le importa en la Venezuela del 2012 lo que en esa tumba podría encontrarse? Temo que a nadie...o a casi nadie.
¿No será que allí está el problema?
¿Y qué hay delos españoles? La cadena de fortines a lo largo de la costa oriental de Venezuela, con edificaciones de la importancia del Castillo de Araya, está en su mayor parte abandonada a la acción del tiempo.
La destrucción del pasado como un bloque parece estar a la orden del día. No importan los indígenas, menos la Colonia, ni mucho menos la Guerra de Independencia, salvo en los discursos. El Campo de Carabobo nunca fue revisado por arqueólogos, a sabiendas que de cada batalla quedan señales para crear un museo. En relación al pasado inmediato, el legado cultural de los 40 años de democracia, también va al deterioro y al olvido...Del arte, ni hablemos...
El cuadro "La Odalisca" de Matisse, parte del patrimonio del Museo de Arte Moderno de Caracas Sofía Imber, no sólo fue robado y nunca apareció, sino que el delito fue visiblemente perpetrado por alguien del propio museo, al juzgar por la burda copia que colgaron en su lugar para esconder el hurto.
¿Y qué pasó con las grandes colecciones de arte reunidas en los bancos que fueron nacionalizados?
Por cierto ¿está completa la colección de Emilio Boggio en la Alcaldía de Caracas?
¿Tienen protección los históricos cuadros y los vitrales Art Deco de los años 20, del edificio de la Gobernación de Caracas?
Pasando a otro renglón, grupos defensores del chavismo incendiaron hace unas semanas la entrada de la Facultad de Derecho en la UCV y dañaron el mural del artista Víctor Valera, olvidando que esa obra forma parte del "Patrimonio de la Humanidad" bajo protección de la UNESCO.
La lista podría ser muy larga, pero se resume en el contraste entre el esmerado cuidado que brindan a su pasado los países con memoria y el descuido de la Venezuela contemporánea por sus propias raíces,
desde las más antiguas hasta las más recientes.
¿No será que la reiterada, casi contínua, traición de los intereses nacionales, para beneficiar un poder personal, un afán de riqueza, o por seguir peregrinas teorías políticas de comunismo o capitalismo, se deben a que el concepto de "Patria" es débil, quizás porque no cuenta con una memoria de sus raíces?
Jurate Rosales.
El Nuevo País 25 de junio 2012 pág 3.
IN MEMORIAM DE LA DRA.HENRIQUETA PEÑALVER GOMEZ.
Sin un pasado común, cultivado como se cuida una planta que parte de sus raíces, no puede haber sentido de patria y pareciera que los contínuos avatares políticos de las naciones latinoamericanas se deben a que todos hablan de Patria pero no la sienten, porque no cuidan las raíces y no ven esa Patria como una planta por regar, sino como una cosecha por cortar. El latinoamericano sabe que sus raíces son de muchas proveniencias, pero no parece ser capaz de atribuirles a todas igual importancia. Se disgrega buscando un ilusorio provecho futuro, que no puede sostenerse si no reposa sobre unos sólidos fundamentos pasados.
Coincide una débilmente recordada en Venezuela fecha de la Batalla de Carabobo con la conmemoración en Francia, ese mismo 24 de junio, de los 10 años de una llamada Ley llamada del INRAP, que impone a los constructores incluir en el presupuesto de la obra a la llamada "arqueología preventiva". El porcentaje es para financiar un estudio arqueológico previo a la construcción y esperar, de ser necesario que los arqueólogos terminen su trabajo. Con esa Ley en 10 años, se efectuó la revisión de 112.000 hectáreas y fueron abiertos 2.200 sitios de excavaciones arqueológicas en los lugares donde encontraron vestigios de presencia humana en tiempos algunas veces prehistóricos, muchas veces en épocas pre-romanas y otras más en fechas muy recientes. El amparo de dicha Ley le brinda al INRAP un presupuesto anual de 160 millones de euros. No importa la época que revele el estudio, porque igual interés hay por un sitio habitado en el paleolítico, o por piezas de artillería en la plaza militar de la ciudad de Nancy.
Con este cuadro comparativo volvamos ahora a la "prehistoria" de América latina y la de Venezuela en particular. Empecemos por las raíces indígenas. Hace un par de años, cuando se proyectó presentar en la Revista "Zeta" un gran reportaje sobre los petroglifos venezolanos esparcidos en diversos sitios del país, los expertos que se habían consultado pidieron: "NO LO PUBLIQUEN, POR FAVOR" (El subrayado es mío)
Consideran que mientras no se conociera su importancia y ubicaciones quedaban protegidos del saqueo.
El actual gobierno se presenta como indigenista, pero no brinda medidas reales para guardar ese legado.
El hecho de que Venezuela no haya sido lugar de las hoy famosas culturas constructoras de grandes obras de piedra, como las que dejaron aztecas, mayas o incas, no significa que en las épocas precolombinas estas tierras hayan sido deshabitadas, ni que ese legado debe ser despreciado. Es lo que había en Venezuela en tiempos pretéritos, y si los aztecas tienen importancia para los mejicanos, los timoto-cuicas y muchos otros lo tienen para los venezolanos. En Venezuela hubo importantes etnias y éstas se distinguen por una diversidad que nunca fue apreciada como lo que es: un legado múltiple.
La arqueología moderna hace tiempo que ha dejado de depender de los hallazgos de huesos, piedras o cerámica. Es hoy en día una ciencia multidisciplinaria en la que los químicos analizan los restos en el fondo de las vasijas; los botánicos identifican el polen encontrado y definen qué crecía en esas tierras, qué era cultivado. Lo más importante hoy es el ADN ¿Cuántos venezolanos llevan el ADN de, por ejemplo, los precolombinos de las tumbas de Quíbor? Viene lo más importante: ¿a quién le importa en la Venezuela del 2012 lo que en esa tumba podría encontrarse? Temo que a nadie...o a casi nadie.
¿No será que allí está el problema?
¿Y qué hay delos españoles? La cadena de fortines a lo largo de la costa oriental de Venezuela, con edificaciones de la importancia del Castillo de Araya, está en su mayor parte abandonada a la acción del tiempo.
La destrucción del pasado como un bloque parece estar a la orden del día. No importan los indígenas, menos la Colonia, ni mucho menos la Guerra de Independencia, salvo en los discursos. El Campo de Carabobo nunca fue revisado por arqueólogos, a sabiendas que de cada batalla quedan señales para crear un museo. En relación al pasado inmediato, el legado cultural de los 40 años de democracia, también va al deterioro y al olvido...Del arte, ni hablemos...
El cuadro "La Odalisca" de Matisse, parte del patrimonio del Museo de Arte Moderno de Caracas Sofía Imber, no sólo fue robado y nunca apareció, sino que el delito fue visiblemente perpetrado por alguien del propio museo, al juzgar por la burda copia que colgaron en su lugar para esconder el hurto.
¿Y qué pasó con las grandes colecciones de arte reunidas en los bancos que fueron nacionalizados?
Por cierto ¿está completa la colección de Emilio Boggio en la Alcaldía de Caracas?
¿Tienen protección los históricos cuadros y los vitrales Art Deco de los años 20, del edificio de la Gobernación de Caracas?
Pasando a otro renglón, grupos defensores del chavismo incendiaron hace unas semanas la entrada de la Facultad de Derecho en la UCV y dañaron el mural del artista Víctor Valera, olvidando que esa obra forma parte del "Patrimonio de la Humanidad" bajo protección de la UNESCO.
La lista podría ser muy larga, pero se resume en el contraste entre el esmerado cuidado que brindan a su pasado los países con memoria y el descuido de la Venezuela contemporánea por sus propias raíces,
desde las más antiguas hasta las más recientes.
¿No será que la reiterada, casi contínua, traición de los intereses nacionales, para beneficiar un poder personal, un afán de riqueza, o por seguir peregrinas teorías políticas de comunismo o capitalismo, se deben a que el concepto de "Patria" es débil, quizás porque no cuenta con una memoria de sus raíces?
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